

El mueble del salón era de un estilo antiguo que nunca me gustó. Lo tuneé varias veces pintándolo, pero un día decidí eliminarlo y darle un aire nuevo a esa mitad del salón.
Lo primero fue desarmarlo entero, que resultó difícil, ya que estaba pegado al suelo con cemento (los anteriores dueños habían puesto primero el mueble y ¡¡¡luego el suelo alrededor!!!). Decidimos aprovechar los cajones y uno de los armarios para crear un mueble nuevo. Los laterales del mueble los utilizamos para crear unas estanterías para los libros.
En la pared quería hacer un efecto de ladrillo falso, que conseguimos poniendo cinta de carrocero simulando las juntas, aplicando una capa gruesa de masilla cubre gotelé y después retirando la cinta de carrocero. Muy laborioso, pero efectivo y económico. Menos mal que me ayudaron mi hija y una amiga.
Para el mueble y las estanterías utilicé pintura a la tiza en dos tonos, grafito y gris invernal, aunque el grafito quedó más oscuro de lo que me esperaba. El acabado fue con cera para muebles Rust-Oleum.
En la pared y el techo pintura blanca para interior que ya tenía por casa (en esto me ayudaron también mis sobrinas). Como quería que el rincón dedicado a la música tuviera algo diferente, utilicé pintura de efecto arena roja, que por cierto conocí gracias a un taller de Leroy Merlin.
La verdad es que el resultado final fue asombroso, sobre todo por el cambio radical que supuso; además, por mucho menos dinero del que pueda creerse gracias al reciclado.
Después ya le fui añadiendo decoración y algunas estanterías pequeñas para libros, y la verdad es que me siento muy orgullosa de cómo quedo. Por cierto, el cuadro que aparece en la última foto lo hicimos dejando las huellas de todas las que participamos en el proyecto. ;)