El proyecto consistió en desmontar una antigua ventana de madera y montar una nueva de PVC, asegurando una buena instalación y acabado.
Lo primero fue hacer varios cortes en el marco de madera para poder retirarlo, procurando romper lo mínimo posible.
En mi caso, las partes superior e inferior no tenían garras que la fijaran al tabique. Por eso, desmonté primero esas dos partes.
Realicé los cortes con una multiherramienta. Luego, con un cincel y martillo, hice palanca entre la guía y el cemento de los laterales con mucho cuidado para no dañar demasiado.
En el lado izquierdo logré extraer la guía y cortar los clavos de las garras restantes con una radial.
En el lado derecho, sin embargo, fue más complicado: tuve que hacer más palanca y abrir hueco para poder cortar los clavos con una sierra manual. Lo ideal habría sido usar una sierra de sable, pero es una herramienta costosa que no tenía.
Finalmente, piqué ligeramente la parte baja del marco. Es un trabajo lento, que requiere paciencia.
Esta ventana se instaló en un piso de luz de una comunidad de vecinos. Justo debajo hay un techo de plástico, por lo que no podía picar para colocar garras, ya que podrían caer piedras y romperlo.
La fijación se hizo con tornillos de 120x6: dos en la parte inferior y varios en los laterales.
Para un acabado perfecto, la ventana debería apoyarse sobre un vierteaguas de PVC.
En mi caso, improvisé el remate inferior (alféizar) con una pieza de PVC de 3 metros de largo por 7 cm de ancho que compré en Leroy Merlin.
En el interior, utilicé tapajuntas de DM de 7 cm para rematar los bordes.
La ventana ha quedado perfectamente instalada, con un acabado limpio y profesional. Sorprende la estanqueidad y calidad que ofrece esta ventana de PVC, sobre todo si se compara con otras de carpintería tradicional, tanto en rendimiento como en precio.