

Hace unos meses me propuse transformar un aparador antiguo de la casa del pueblo en el mueble perfecto para mi baño, y gracias a mucha labor de investigación y empeño lo conseguí!
Partiendo del típico mueble antiguo, empecé mi trabajo yendo a la tienda a elegir el que sería mi futuro lavabo y su grifo, para así medir los agujeros que tendría que hacer en la madera. Con la sierra de calar corté las partes necesarias para que pasasen los tubos del desagüe y del grifo, tanto en la parte superior como en la interior.
Una vez finalizadas las labores de bricolaje, me puse manos a la obra con la imprimación de la madera, para que así el tono final se viese mucho más nítido. Para el color del mueble empleé una pintura efecto tiza de color azul intenso, dando dos capas con el rodillo para asegurarme de que se mantendría con el tiempo y quedase uniforme.
Cuando la pintura azul secó, elegí una pintura de color plata para darle una nueva vida a las manillas que antes eran de color bronce. Con esa misma pintura y con ayuda de una brocha, di pequeños toques de color en las esquinas y rebordes de todo el mueble, aportándole así un toque extra de brillo y personalidad.
Por último, llegó el momento del ensamblaje y la instalación del lavabo y el grifo ¡Ya tenía nuevo mueble de baño!