
Lo que me vendió esta vivienda fue el potencial del patio. Por querer priorizar otras inversiones, el patio se convirtió en un campo silvestre de malas hierbas que los gatos del barrio utilizaban de baño comunal. Al final decidí ponerme manos a la obra con ello, y mirad qué bien ha quedado!!
El primer paso fue quitar todas las malas hierbas y flores silvestres. Después allanamos el terreno con tan solo un rastrillo y una placa de mármol metida en una bolsa. Malla antihierbas, césped artificial y un borde en canto rodado. Un poco de cañizo para evitar que entrasen los gatos y las miradas de los vecinos cotillas, y un montón de mobiliario de segunda mano (salvo por la maravillosa mesa de comedor y la barbacoa!). El proceso fue mucho trabajo, la verdad, pero mereció totalmente la pena para poder disfrutar del patio durante toda la primavera y el verano.
Espero que os guste!