"Mi casa, mi ventana al futuro (y la de mi perro también)"

Siempre he pensado que las ventanas no solo dejan entrar la luz, sino también los sueños. A través de ellas, he visto pasar las estaciones, he sentido la brisa de primavera colarse en el salón y he compartido muchos amaneceres con mi compañero de piso: un perro que cree firmemente que todas las ventanas son miradores oficiales… y radiadores improvisados.

Pero también he visto cómo el calor se escapa en invierno, cómo el frío se cuela sin avisar y cómo mi factura de energía sube como si tuviera vida propia.

Por eso, si pudiera empezar por algo para hacer mi casa más eficiente (y más amigable con mi bolsillo), sería por ahí: cambiar las ventanas.

Mi proyecto consiste en instalar ventanas con rotura de puente térmico y doble acristalamiento. Quiero que el calor se quede dentro, que el ruido se quede fuera, y que mi perro pueda seguir saludando el vecindario sin congelarse la trufa en invierno.

Además, añadiría burletes para sellar bien los bordes y cortinas térmicas que ayuden a conservar la temperatura. Todo con materiales sostenibles que ya tengo fichados en Leroy Merlin (porque sí, también somos clientes fieles, aunque él solo va por los paseos por el pasillo de jardinería).

¿Por qué deberíamos ganar? Porque cambiar una ventana no es solo una mejora técnica: es una declaración de intenciones. Es cuidar el planeta desde casa, mejorar mi bienestar, y darle a mi perro un puesto de vigilancia más eficiente. Y porque creo que los grandes cambios empiezan por cosas pequeñas… como abrir una nueva ventana (sin que se escape el calor, claro).

Gracias por leerme. Mi perro y yo os saludamos desde el rincón más soleado de casa, soñando con un hogar más eficiente… y con una manta nueva, por si el premio no llega.