Buenas, comunidad. Quería dar vida a una pared un poco sosa del salón y se me ocurrió usar cortezas de árbol. Aproveché una caminata por el campo para recoger las que vi más bonitas desprendidas ya de los árboles. Las limpié con un cepillo y las dejé al sol varios días.
Luego, tablero que pinte de negro con pintura de Leroy, spray dorado y paciencia. Pegué las piezas formando una especie de ola. Lo bueno es que cada corteza es distinta y el resultado parece comprado en una galería.
Ha sido un proyecto sencillo y muy entretenido, ideal para una tarde de bricolaje relajada.