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Cuando me mudé a mi casa me quedé sin presupuesto para cambiar los muebles. En un principio sólo veía muebles viejos (tenían unos 40 años) y no veía nada bonito en ellos porque el color que tenían no me gustaba nada. Así que decidí pintarlos, y qué decir que ahora no cambiaría aquellos muebles que en un principio odié por nada, ya que el cambio ha sido expectacular.
Pinté todo el mobiliario: mesitas, armario, cabecero, cómoda y espejo.
Para ello lo primero que hice fue lijar los muebles y después limpiarlos muy bien para quitar todos los restos de polvo.
Después les di una mano de imprimación y por último me hicieron falta 3 capas de pintura, ya que los muebles eran muy oscuros.
También cambié los pomos tanto del armario como de la cómoda.
Al principio resultaba una habitación triste y oscura, y ahora es todo lo contrario!!
Hoy en día me alegro mucho de no haber podido comprar muebles nuevos y darles una segunda vida a los que había.