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Hace mucho tiempo que tenemos una pequeña estufa de leña. Concretamente esta es muy antigua aunque ahora se sigan vendiendo nuevas pero nos parecía una pena tirarla debido a que la tenemos desde cuando yo era pequeña, así que nos aventuramos a restaurarla y sinceramente ha quedado fanástica. Así que desde aquí os animamos a darle un lavado de cara a esa estufa vieja que tengáis por casa.
Aquí os explicamos como lo hicimos.
Esta es la estufa en cuestión. Como veis, está bastante oxidada y la pintura ya a saltado debido a las altas temperaturas que tiene que aguantar.
Para empezar a restaurarla, lo primero que hicimos fue con la ayuda de un destornillador, ir quitándole la rejilla que la cubría.
Con la ayuda de la radial y un disco de papel, empezamos a lijarla toda para eliminar el óxido y que quedara la chapa bien brillante.
Para este paso es muy importante taparse bien la cara y las manos, debido a que puede saltarnos algo en el ojo y hacernos daño. Nosotros utilizamos unos guantes bien gordos y una mascarilla de jardinero.
Una vez la tengamos toda lijada, le pasaremos un paño con un poco de disolvente para qitarle toda la suciedad acumulada y a partir de ahí empezaremos a pintar con pintura anticalórica.
Mientras esperamos a que se seque, con una lija de mano, lijaremos la rejilla y la pintaremos del color que más nos guste. Nosotros hemos escogido el dorado. Y una vez seca volveremos a montarlo todo.
Y así ha quedado nuestra estufa. Sin duda alguna estamos super contentos con el resultado, ya que es la primera vez que la retauramos pero no creo que sea la última.