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Nos encantó este aparador desde el primer momento en que lo vimos en un anticuario cerca de casa porque ya nos imaginábamos cómo iba a quedar con el cambio.
El trabajo fue fácil ya que el mueble estaba en perfecto estado. Sólo tuvimos que lijar un poco una puerta y dos cajones que no cerraban bien. Enseguida desmontamos los tiradores y empezamos a limpiarlo.
Una vez limpio empezamos a pintar con chalkpaint blanco todo el exterior. Con tres capas fue suficiente, dejando secar cada capa durante cuatro horas y lijando entre cada una antes de volver a pintar.
Mientras tanto fuimos limpiando los tiradores con desoxidante y lana de acero, dejándolos relucientes, parecían nuevos.
El siguiente paso fue dar una capa de barniz mate a todo lo que habíamos pintado. Como se puede ver en las fotos la tapa decidimos dejarla tal cual en su estado original, nos dio pena porque estaba en muy buen estado y queda muy bien así.
Lo último fue empapelar el interior con ese papel tan tropical que nos encanta, y montar los tiradores.
Nos quedó precioso con el cambio, que pasó de ser un mueble serio y oscuro a un mueble lleno de luz.