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La reforma de nuestra terraza llega a su fin. Tras dos días de trabajo intenso y muy buenos ratos, solo quedan los toques finales para lograr el efecto wow! que queríamos. Las paredes han ganado color y textura, el techo es mucho más luminoso (y no digamos las ventanas), el suelo es moderno y confortable y hay un ventilador de techo que aporta luz y aire fresco. La mesita de centro y el sofá que ocupaban antes el espacio ya no servían: resultaban anticuados y eran demasiado grandes para la terraza. Nuestro último reto fue construir una mesa amplia y estilizada, colgar plantas que crearan esa sensación de “patio andaluz” que buscábamos, añadir asientos cómodos y visualmente ligeros, y dar los toques decorativos finales.
Estos son los materiales y herramientas que empleamos:
La mesa fue una apuesta ganadora. Todo el que viene a la terraza nos pregunta dónde la hemos comprado, o cómo se puede hacer una… El secreto: un tablero tarugo de pino en bruto con dos cantos sin desbastar. De 120 cm de longitud, resultaba demasiado largo para el espacio y le cortamos 30 cm de un extremo. Tras atornillar cuatro patas hairpin de 40 cm de altura en la base y aplicar una mano de barniz acrílico mate color nogal, ¡lo logramos! Ahora, nuestra mesa brilla con luz propia. El mantel individual es una alfombra vinílica “tuneada”, que cortamos por la mitad para hacer dos piezas.
¿Pensábais que habíamos tirado el trozo de tablero que nos sobró de la mesa? De eso, nada. Nos sirvió como encimera para las patas de un viejo macetero de metal negro que teníamos guardado. Ahora crea un conjunto perfecto con la mesa.
La pared derecha de la terraza tiene una ventana que da al baño. Como resultaba oscura y quedaba “rara”, decidimos reciclar uno de los estores de bambú que retiramos de las ventanas. Se pueden cortar a la medida, así que lo dejamos un poco más ancho del hueco y lo colgamos de dos escarpias. Quedó perfecto: ahora parece la fachada de una casita… Estos estores de bambú también los podéis encontrar en Leroy Merlin, son bonitos y económicos.
El detalle que se ve en la esquina derecha es una lámpara de pared hecha con una caja de vino. Para hacerla forramos el exterior con papel pintado y la pintamos de blanco por dentro. Después cambiamos la tapa de madera por un acetato transparente, que antes pintamos con spray blanco y cinta de carrocero. ¿Y la luz? Muy sencillo: metimos dentro una guirnalda luces blancas a pilas, que colgamos de dos pequeñas hembrillas colocadas en la parte superior de la caja, por dentro. Está atornillada a la pared con tacos, tornillos y arandelas. Por la noche, solo hay que levantar la tapa, dar al interruptor… Y tenemos una luz ambiental preciosa y súper decorativa.
En nuestra terraza no podían faltar las plantas. Como no es grande, decidimos colocaras en la pared y crear un jardín vertical con plantas colgantes. Las hiedras fueron nuestra elección (me encantan), pero podéis elegir también potos, plantas crasas… Un truco para que no goteen: podéis cerrar los agujeros de la base de las macetas con silicona caliente, aplicada con pistola. Y para el drenaje, basta con poner 2 cm de gravilla en la base. Las macetas traslúcidas dejan intuir la tierra y la gravilla, y el efecto es súper bonito. Las colgamos en la pared de forma aleatoria, pero equilibrada.
Para los asientos decidimos elegir dos sillones de ratán sintético para exterior. Son perfectos para mantener esa sensación de “terraza al aire libre”, además de muy ligeros. Unos cojines cuadrados de suelo de color arena los hacen comodísimos… Y para terminar, el toque final fue la alfombra en tonos azul y blanco. El azul matiza el verde intenso de la pared y aporta un estilo relajado y casual. No renunciéis a las alfombras: delimitan visualmente los espacios y suman muchos puntos en la decoración. Para terrazas de exterior hay alfombras vinílicas preciosas y muy resistentes.
Y aquí termina nuestro trabajo. La terraza está lista para los días más soleados y divertidos del año. ¡Y ya la estamos disfrutando!