Buenos días:
Me gustaría transmitir mi mala experiencia con una reforma de cocina realizada con Leroy Merlin de Granada. He tenido muchísimos problemas con una reforma que consistía en meter la terraza a la cocina, alicatar y poner suelos. Desde el principio empezó mal posponiendo la obra 2 semanas y sin darme ningún tipo de información sobre todo el proceso de la reforma. Un vez empezada, debo decir que he estado muy satisfecho con el trabajo realizado por el albañil (puntual y trabajador) si bien el jefe de obra ha sido un informal que no ha cumplido con ninguna de sus promesas ni tiempos. Para poneros en situación, se me prometió que esta reforma tardaría 2 semanas; pues bien ya voy por la sexta semana. Para seguir, el fraguado del suelo no era el color que yo escogí y la ejecución del mismo era nefasta: unas partes más claras, otras más oscuras, líneas finas, gruesas... Pues bien ante esto la solución fue tener que pagar otros 100 euros de mi bolsillo para poder fraguarme de nuevo el suelo cuando el error del color de la fragua y la mala ejecución fue de ellos (Leroy Merlin). Pero no queda aquí todo. La placa de gas, comprada también es esta empresa, estaba pagada desde Abril y resulta que cuando fui a por ella hace un par de días (principios de Junio) se me comunicó que la placa se había perdido y que tenían que pedirla de nuevo, ¿es esto normal? Yo creo que no. Seguimos. La instalación de gases, una real chapuza: ante, de nuevo, la promesa de una correcta instalación (los tubos a una determinada altura del suelo - detrás de los muebles- y la llave de paso-control accesible pero en un sitio que se había previsto para su colocación) de nuevo otra pelea con el fontanero por la mala ejecución de la misma. Y este ya fue el peor de los problemas. Se negaron a darme el certificado de instalación del gas que certifica la correcta canalización del mismo, el cumplimiento de la normativa pertinente y acredita al técnico como el responsable de la realización de dicha instalación.
Peleas constantes con el jefe de obra, día tras día detrás de ellos para que hiciesen su trabajo bien y como se me había prometido. Problema tras problema. Si a todo esto le sumamos que la organización de la obra en sí y sus fases ha sido catastrófica, nos salen las seis semanas por las que voy ya comiendo fuera de casa, haciendo la colada en lavanderías o incluso teniéndome que duchar algún día en el gimnasio. ¿Quién me paga a mi los daños y perjuicios de todo este tiempo? Psicológicamente ha sido toda una pesadilla esta reforma que, para nada, era de esta extensión.
leroymerlin.es
