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Hacía un tiempo que había dejado de gustarme el mueble de la entrada porque me parecía demasiado oscuro y clásico, así que tenía dos opciones: deshacerme de él y comprar otro o renovarlo con pintura para darle un aspecto más actual. Estuve mucho tiempo pensándolo hasta que al final decidí darle otra oportunidad antes de sustituirlo.
Dicho y hecho. A continuación os muestro el antes y el después.
Lo primero que hice fue limpiarlo a fondo con un trapo húmedo para quitar los restos de polvo.
Una vez limpio, lijé toda la superficie suavemente con una lija de grano fino para abrir el poro y para que la pintura agarrese mejor. Hay que volver a limpiar el polvillo resultante del lijado.
A cotinuación, le di una capa de **imprimación **y esperé a que se secara totalmete para poder aplicarle la pintura definitiva. Es importate respetar los tiempos de secado que recomiede el fabricante para que el resultado sea impecable.
Por último, tocaba pintar el mueble del color elegido y barnizarlo. En cuanto a la pintura, he de aclarar antes una cuestión. En un principio, pensaba pintar el mueble con un esmalte acrílirico, de ahí que antes le aplicara la imprimación y lo lijase un poco, pero sobre la marcha cambié de opinión y al final decidí utilizar pintura **chalk paint **en un color piedra muy clarito. La ventaja de este tipo de pintura es que al ser más cubriente que las demás no tendrás que lijar el mueble ni darle imprimación, además será suficiente con una mano.
Finalmente, le di una capa de barniz ultra mate para protegerlo de algún roce o pequeño golpe y le cambié los tiradores.
A veces, no es necesario invertir mucho dinero para cambiar la decoración de tu casa.
¿Te animas tú también?