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Quería una mesa pequeña y extensible para comer en el salón pero todo lo que veía era carísimo así que cogí una de madera de pino que había en casa de mis padres y me puse manos a la obra. Era una mesa de pino clásica que no pegaba nada con mi decoración ni con mis muebles así que, conseguí un vinilo de un color muy muy similar a mis muebles del salón y cubrí el sobre. Con aire caliente (yo usé una máquina que me dejaron tipo secador pero he leído que el propio secador del pelo también vale) fui haciendo los bordes redondeados, porque a parte de ser redonda, el borde tiene curva, las arrugas de abajo no se ven jeje Quité las patas y las lijé para retirar toda la capa de barniz, las pinté con pintura a la tiza en gris para que combinase con las partes del salón que tengo en pizarra. Como tenía pintura de sobra, pinté también parte del bastidor de la propia mesa. El resultado a mi me encanta, por muy poco he reciclado una mesa que ya no tenía uso y cubre mis necesidades perfectamente, espero que os guste tanto como a mi :)