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Hola, ¿cómo estáis? Espero que con ganas de ver un nuevo proyecto. Como ya sabéis, hay que aprovechar cada rincón que tengamos en casa, y más cuando vivimos en un piso. Tenemos que conseguir que nuestro balcón se convierta en un espacio para disfrutar, donde podamos tomarnos una cerveza bien fría en verano. Cuando no se tiene un jardín o una terraza hay que innovar y apañarse con lo que uno tiene.
Hace poco decidí hacer un cerramiento de aluminio blanco en el balcón para poder disfrutar del mismo también en invierno. Anteriormente estaba con colores muy llamativos, sin duda era un balcón lleno de vida, pero me apetecía ponerlo en tonos más claros y darle toques más naturales.
Me apetecía muchísimo hacer un cojín personalizado con una llama y pensé que podía utilizar las pinturas para tela. La llama es un animal distintivo de América del Sur y será la próxima protagonista en decoración, después de las piñas, los flamencos o los cactus. La llama aparece como animal que aporta color al invierno, siempre acompañada de pompones de colores o tejidos con estampados étnicos con colores llamativos.
A continuación, te dejo la lista de los materiales y herramientas que utilicé para decorar mi balcón y darle toques étnicos.
Para el cojín:
Para el balcón:
¿Quieres saber el paso a paso? Te lo explico a continuación:
1. Empecé este proyecto por el cojín de la llama. El primer paso fue cortar la tela para hacer el cojín de solapa de 40 x 40 cm. Corté la cara anterior del cojín, para ello añadí 2 cm alrededor del cuadrante de 40 x 40 cm para los posteriores dobladillos. Me ayudé de una funda de cojín que ya tenía estas medidas.
2. Es hora de comenzar con el diseño de la llama. Después de buscar en la web una imagen de este animal que fuera simpática y fácil de dibujar, realicé el boceto en un folio, teniendo en cuenta el tamaño que debería tener.
3. Recorté la silueta con las tijeras y repasé el contorno en la tela con un rotulador de textil color negro.
4. Posteriormente, hice a pulso los detalles interiores: la cara, la manta, etc. Y probé cómo quedarían los pompones para decidir en qué orden quería colocarlos.
5. Este paso es el que más me gusta. Coloqué debajo de la tela una bolsa de plástico para proteger la superficie de la mesa y empecé a pintar con las pinturas. Comencé con el cuerpo.
Luego proseguí con la manta, la cara y con los detalles, utilizando en ellos colores vibrantes: amarillo, rojo y azul.
6. Dejé secar 24 horas la pintura y, tal y como indicaban las instrucciones del fabricante, planché la superficie pintada por ambos lados.
7. Cosí los pompones a mano en la tela. Ya estaba la llama lista para poder seguir haciendo el cojín.
8. En este caso decidí hacer un cojín de solapa porque me resultaba más sencillo, aprendí a hacerlo en un taller de costura al que asistí.
9. Después de hacer el cojín, llegó la hora de arreglar y pintar el balcón. Con pasta para alisar rellené los antiguos agujeros de la pared y el techo.
10. Una vez seca la pasta alisadora, pinté las paredes de color blanco, todas excepto una de ellas que quería empapelar. Con dos manos fue suficiente.
11. Una vez seca la pintura, llegó el momento de empapelar. Tenía un retal de papel que me sobró de cuando le di un nuevo look a mi lavadero y me venía perfecto. Corté las tiras necesarias teniendo en cuenta que casara el papel.
12. Con un rodillo para paredes lisas apliqué la cola vinílica en la superficie. Es muy importante aplicar la cola adecuada a cada papel y, sobre todo, ver si debemos aplicarla al papel o a la pared.
13. Una vez seca la cola, corté con un cúter el sobrante de papel. Si se corta con la cola aún fresca, el papel estará humedecido y podría partirse.
14. Tras esto la pared ya estaba lista para decorar. Así que coloqué un cuadro de letras de madera y un cuelgamacetas de macramé con una planta de flores rosas.
15. Para decorar el lado contrario aproveché dos bancos que ya tenía, coloqué encima el famoso cojín de la llama combinándolo con otros cojines y le di el toque natural con una rama de árbol a la que colgué algunos objetos decorativos.
16. Y finalmente, conseguí un balcón súper cuco para disfrutar todo el año. Pero no fui la única a la que le encantó la idea, a mis gatos creo que les gusto aún más que a mí.
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